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Ricky Rudd, el Iron man que cambió los lineamientos de NASCAR

Existen hombres que están hechos más allá de la carne y el hueso, héroes forjados con el acero más puro y diésel corriendo a través de sus venas.

By Eret Jimenez

Existen hombres que están hechos más allá de la carne y el hueso, héroes forjados con el acero más puro y diésel corriendo a través de sus venas.

Estos personajes, que llegan para darnos lecciones de amor propio y resistencia, redefinen con sus hazañas las historias del deporte, y por supuesto, NASCAR es semillero de varios.

Pero entre todos, hay uno que parece haber sido cortado por otra tijera, de mayor calibre, y filo glorioso, legendario, indestructible y temerario.

Este piloto desafió los límites de su cuerpo y los derrotó sólo para demostrar que su apodo de “El Gallo” le quedaba chico, pues era un verdadero “badass”.

Nacido el 12 de septiembre de 1956, Richard Lee Rudd creció en South Norfolk, Virginia, y comenzó a correr en su adolescencia bajo la aprobación de sus padres Margaret y Alvin, quien era propietario de una tienda de autopartes.

Desarrolló una pasión por el karting y el motocross, y rápido se ganó su lugar en NASCAR tras debutar en el North Carolina Speedway en 1975, utilizando el Ford número 10 de Bill Champion, un amigo de la familia que lo miró terminar esa carrera en el puesto 11 a pesar de ir 46 vueltas detrás del líder, y después de eso convertirse en el novato del año.  

A partir de ahí comenzaría una sólida trayectoria, misma que quedó marcada por un par de momentos en los que demostró de lo que estaba hecho, además de una tragedia.

Ricky Rudd corrió una carrera prácticamente ciego… y aún así ganó

El primero de ellos ocurrió en febrero de 1984, cuando prácticamente al inicio de la temporada sufrió un duro accidente que lejos de debilitarlo terminó por constituirlo como un hombre de acero.

Durante la carrera de Busch Clash, una exhibición en Daytona, Ricky perdió el control de su vehículo y dio varias vueltas de campana a altísima velocidad, golpéandose tan fuerte en la cabeza debido a la ausencia de soportes que terminó con una conmoción cerebral y ambos ojos tan inflamados que apenas y los podía abrir.

El siniestro fue tan horroroso que Ned Jarrett lo comparó con lo que hacen los caballos de rodeo al tratar de derribar a su jinete. Parecía que el conductor había ido a una pelea de box y no a una carrera; su rostro quedó desfigurado, y lo peor es que apenas una semana después se llevaría a cabo el Richmond Raceway, ahora sí una carrera puntuable.

El calendario apenas iniciaba y Rudd necesitaba ganar en su lucha por el campeonato, por lo que rendirse no era opción. A pesar de que los médicos no lo iban a dejar correr, encontró la manera de engañar a todo el mundo: se retiró los vendajes, se pegó los párpados porque literalmente le era imposible mantenerlos abiertos por sí solo, y se puso unos lentes de sol para que nadie lo notara.

“No sabía si estaba en la curva 2 o en los pits… sólo me concentré en mantenerme sobre el asfalto” confesó años después el piloto, que en aquel momento se basó más que nada en el instinto, el conocimiento sobre la pista y su visión periférica para competir.

Corriendo casi ciego, sin poder parpadear, con el rostro hinchado, las costillas rotas y bastante dolor, Rudd lograría una de las hazañas más admirables del automovilismo: no sólo finalizó el Miller High Life 400 en Richmond Fairgrounds Raceway, sino que lo hizo en el primer lugar, consiguiendo los puntos, el respeto de todos, y también la victoria más importante de su carrera.

El 26 de febrero, su determinación se volvió legendaria al derrotar a Dale Earnhardt y Darrell Waltrip, dos de los pesos pesados que ni con toda su pericia al volante y condiciones superiores de salud, lograron doblegar el espíritu de su rival.

Su victoria tuvo consecuencias inmediatas en NASCAR

Por supuesto que lo ocurrido dejó perpleja a toda la fanaticada, y también a los organizadores, por lo que NASCAR implementó a partir de ese momento exámenes médicos mucho más rigurosos para evitar que los pilotos necios como Rudd volvieran a verles la cara y ponerse en riesgo.

El #15 de Bud Moore Engineering mostró que su amor por correr podía más que cualquier cosa y otra vez miró a la muerte de cerca cuando el 18 de noviembre 1990, durante el final de temporada que se llevaba a cabo en Atlanta Journal 500, impactó con el equipo de pits de Bill Eliott.

Era la vuelta 300 de las 328 programadas y, bajo bandera amarilla, Rudd ingresó a pits cuando sus frenos se bloquearon, lo que provocó que el auto derrapara y chocara contra la parte trasera del vehículo de su colega, a quien le estaban cambiando la llanta.

Lamentablemente, Mike Rich, quien realizaba el cambio de neumáticos, quedó atrapado bajo el carro y debió ser trasladado de emergencia al Georgia Baptist Medical Center, donde perdió la vida por lesiones en la cabeza y el pecho.

Una vez más, esto orilló a NASCAR a cambiar sus medidas de seguridad, incluyendo límites de velocidad en la calle de pits, además del uso obligatorio de cascos y uniformes ignífugos para todos los miembros del equipo, increíble que esto no se hubiera realizado antes.

¿Cuántos campeonatos de NASCAR ganó Ricky Rudd?

Un año más tarde volvió a estar en la polémica, pero ahora por una maniobra considerada muy agresiva contra Davey Allison para despojarlo del primer lugar en el Darlington Raceway, esto le costó la descalificación a pesar de que muchos defendieron lo ocurrido y lo consideraron legal.

Perder una carrera que ya celebraba con su gente también tendría consecuencias al final de la temporada, en la que debió conformarse con el subcampeonato de la Winston Cup Series tras quedar debajo de Dale Earnhardt en lo que fue su mejor campaña.

Durante 1994, Ricky formó su propio equipo: Rudd Performance Motorsports, para el que condujo un Ford Thunderbird número 10 y ganó el New Hampshire International Speedway, pero su siguiente victoria realmente memorable se dio hasta 4 años después, en el Martinsville Speedway, donde otra vez mostró su fuerza de voluntad, incluso a prueba de las temperaturas más altas.

El piloto al que ni las llamas detuvieron

El 27 de septiembre de 1998, durante el Martinsville Speedway, el norteamericano vivió uno de los momentos más complicados que cualquier piloto pudiera experimentar cuando el sistema de ventilación de su vehículo falló por completo.

Era un día caluroso, con temperaturas de 60 grados al interior de los autos en un circuito que exige máxima concentración y Richard conducía un infierno sobre ruedas, pero ni el hervidero que sentía en el traje lo convenció de parar. Recorrió más de 500 vueltas en esas condiciones y sufrió quemaduras en la espalda, piernas y glúteos con su asiento convertido en un parrilla de la que ni siquiera su traje era capaz de protegerlo.

Tampoco pudo tomar agua, estuvo encerrado en un desierto durante tres horas y, aún con la pérdida de peso por la deshidratación extrema, repitió su logro de ganar para sorpresa del mundo entero.

Su epopeya de dolor en ese óvalo cobró mayor impacto cuando bajó del auto y, en lugar de celebrar, se desplomó para después realizar una entrevista post carrera acostado sobre una camilla, con mascarilla de oxígeno y visibles ampollas.

“Me estaba cocinando allá adentro”, se limitó a decir luego de que se revelara la causa de lo sucedido: una manguera del sistema de ventilación que se soltó, provocando que todo el calor del motor entrara a la cabina, disparando a niveles peligrosos la temperatura de su cuerpo luego de no poder recibir aire fresco.

Esta representó también su temporada 16 al hilo registrando alguna victoria, racha que curiosamente terminaría con dicho triunfo, pero que le permitió obtener un récord que hasta la fecha sigue sin romperse, aunque lo comparte con Jimmie Johnson desde 2017.

¿A qué se dedica ahora Ricky Rudd?

Con una pasión inigualable, Rudd se mantuvo corriendo hasta finales de la temporada 2005 y estableció un récord de 788 carreras sin ausencias, mismo que logró gracias a su voluntad en momentos absolutamente críticos.

Al final, The Rooster participó en 906 exhibiciones de la Cup Series, obteniendo 23 victorias, 194 Top 5, 374 Top 10 y 29 pole positions. Fue inducido al Salón de la Fama en 2025, mientras que en 2023 ingresó a la lista de los 75 mejores pilotos en la historia de NASCAR.

Luego de su retiro oficial en 2007, Ruud se estableció en Cornelius, Carolina del Norte, cambiando las contusiones cerebrales y las flamas en el traje por una vida tranquila y bien ganada a lado de su familia, aunque la pasión jamás la dejó de lado.

Trabajó como analista en el programa SPEED Center y realizó un cameo en la serie Dallas. Además, aún participa en competencias de karts, demostrando que ni el más duro impacto, ni las llamas más ardientes pueden frenar el ímpetu de un competidor verdadero.

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